miércoles, 20 de junio de 2007

POEMARIO CIUDADES DONDE TE NOMBRE / LINA ZERÓN

Ed. Unión y UNEAC, La Habana, mayo 2006


I

Justo cuando las puertas cierran sus párpados
comienzan los reencuentro que no terminan,
derroche de cielos taciturnos,
lápiz azul sobre la incrédula noche
derramando estrellas de incertidumbre.

Entre jardines sucios de relojes detenidos
besos que traspasan las alas de la espera
rebosando copas de no me olvides,
un soplo de amor irrepetible,
una canción,
un grito,
un beso
y mi cuerpo asombrado con tus manos
pleamar de gaviotas sobre un solo barco
atesorando suspiros por ley de amor.



II

Aquí me tienes
sacudiendo mi cabellera en el balcón
de un séptimo piso,
una vez y otra vez un alma y dos sombras
en esta ciudad donde me gana el ímpetu.

Desde el interior broto hacia la espuma,
desde el vaivén de espejos mudos
tu recuerdo vuelve en abanico de suspiros,
como sed que todos los molinos sacia,
como sueño al borde de los besos.
Aquí estás.

Sobre el caudal de mi cuerpo ramos de abril
ondas de calor que en tormenta estallan
en el ir y venir de los tranvías de tu no ausencia.


III


En esta ciudad cada noche danzan cien hongos
con tres sucios vasos y un delantal percudido,
las cuatro estaciones en un muro de piedra tintinean,
tiritan en cada nota cálidas fantasías,
tres acordes fusilan somnolencias
el eco de Mozart ilumina la noche
y las risas caen sobre vasos de whiskey
perdiendo la partida con la luna llena.

IV


Como fiera vengo a sublevar tu cuerpo
invento pecados en cada esquina con olor a perro
tormenta agridulce en la piel.

Uncida a ti como fecundo sueño,
invento un corazón de simples sombras
y te hundo en el abismo de mi tierra primigenia.

Ahora el amor es un ciudad furiosa
donde todas las mañanas mis besos cohabitan en tus muslos
alfabetos secretos muestran secretos alfabetos
socava tu desnudo acero en la eternidad de mi laberinto
liando humedades en el roto polvo de mi espejo.


V


En qué inmensa amante estás pensando
estalactita de acero que en la noche penetras
no escucho tu jadeo de encendido gato
ni el aullido de lobos buscando tu sombra.

Bajo tu gabardina de nubes entre abiertas
tras sus velos haces sonreír a las viejas
y sonrojas los pómulos blancos sin afeites.

En tus entrañas nadie sabe del veneno azul
ni el secreto de tu congelada pasión conoce
ni el millón de voltios que necesitas
para poder venderte en tu caja con pilas
en los sex shops de la ciudad ciega.


VI


Mi ropa cae sobre tu estremecida ropa
rueda un manantial rebosando de ganas
en las avenidas de un follaje encendido.

Despierto en cualquier hotel sobre sábanas exhaustas
en las aguas me sumerjo de tu lánguida fuente
y en la brisa de mi vientre renacen las ganas
Y en esta ciudad poblada de autos es donde me pregunto
¿Cómo engañar la existencia
sin volver a dibujar tu espalda
con la punta de mis lengua?.


VII


Cuelgan ventanas de olvido amores etéreos
velamen de un tren en el infinito de la niebla.
A las doce horas de cualquier día pulsa un corazón.
A las veinte horas barajas toneles de adioses.
Mis aretes,
tu reloj,
mi falda,
tu billetera,
mis pantaletas junto a una copa vacía.

Es posible soñar en medio de todas las denuncias,
el rubor ha invadido la blusa haciendo tiritar mis botones,
siento el galopar secreto de cinco profundos jinetes
y mi ciudad añora frescas ganas de labios humedecidos.

Pon un ultimátum a mis excusas de concreto,
En pedazos rompe mi indecisión de acero;
aquel es libre porque nunca dice que no a nada,
libre es aquel que se sumerge y toca el fondo
hasta que el guiso del amor en los labios se fermente.
VIII


Que Virgilio y Dante no me lleven con ellos a la muerte
a ese quinto infierno donde se toca nadie,
donde ni besar puedo tus más deliciosos pecados
hambre soy, sed, deseo, angustia
celestial zumbido de campanas de lujuria
todo está tan neón,
tan cristal,
tan fundido plástico en forma de cuerpo.

Deja quitarme el olor a tarde,
a smog
a sociego.

Borrar la conjura de los años en un siroco de locura
desflorar sombras de auroras mientras duermo
abrazada al vacío que forma de tu cuerpo la ausencia
donde estoy sin piel,
sin voz,
sin esqueleto en medio de tu fuego...

Por eso me niego a acompañar a Dante y Virgilio
al quinto infierno
para no complacer a la muerte
cuando te hayas ido de esta ciudad
prostituida de vivos muertos.




XIX

Se lo que quieres,
murmuró tu sombra a mi oído:
tu lengua bruma alertó mis poros,
manos de viento sobre mi cuerpo serpentearon,
tu respiración mantra mi negro terciopelo desordena
un “te quiero” se asfixia entre mis muslos,
sin prejuicios tu amor erguido en la miel se hunde
erosionando la piel de mis labios laberínticos
y el santuario inconcluso de esta lejana ciudad
sobre mi cama su caluroso veneno derrama .



X

Agudos son tus labios,
segundos de infinito en mis labios.

Llameantes son tus ojos,
faros del fin del mundo en el que ardo.

Lluvia en la sed de mis llanuras.
tus copiosos besos.

Amo tus tenaces manos solidarias,
con las experimentadas cuerdas de mi cuerpo
haciendo milonga, guajira, tango.
.
Con enérgica tensión mis muslos te someten
tu pálpito de hierro penetra mi hoguera
y líquido tu fuego corre de mi greda al centro.

Y sólo así,
en el amanecer de los sonidos simultáneos
rebosan de gusto los recuerdos en esta ciudad del mate.


XI


Un hombre desnudo en mi mente
es como una cita con los sueños,
el abrir de un abanico de deseos
una fiesta de oro y fuego,
en las tinieblas de la luna.

Un hombre moreno desnudo en mi cama
es como un océano hermosamente libre,
un barco deslizándose hacia un rojo horizonte,
una canción de olas y gaviotas,
un eco multiplicador de caricias.

Un hombre moreno, joven
y desnudo sobre mi cuerpo
es poseer corcel y jinete
al mismo tiempo
en esta ciudad de eterna primavera.


XII


Oh mi amor de cordillera delgada y orgullosa,
de millones de litros de agua dulce bajo tierra,
eres respiración de vida dentro de la vida,
en mi pradera creación de húmedos sonidos
sobre mi cuerpo ondeas tu liviano cuerpo
tus palabras de más palabras son creadoras ,
tu amor hace brillar luz dentro de mi luz,
y juntos sembramos risas en el bosque de las ansias.

A veces quisiera ser libre como los delfines,
como las águilas y los cóndores, libre,
como las mariposas y las golondrinas, libre
como los ríos y los mares, libre,
pero el alma en mi ciudad de semillas germinadas
me atan a esa otra tierra tan distante de tu cordillera.

No permitas que las millas de amor recorridas se agoten
ni se cansen nuestras bocas de llamarnos a lo lejos
ni acabe este amor que surgió en la melodía de tus labios
ni la distancia entre nuestras ciudades nos aleje.


XIII


Voy a comerme esta ciudad con olor a mango
a níspero, a limón, a coco.
Llevaré en el bolsillo de mi camisa esta ciudad
olorosa a jazmines y gardenias
a flor de clima caliente,
a fruto de clima frío,
a brisa de dulce lluvia
a marea templada.
Toda esta ciudad me sabe a ti
agua de mis mares,
hombre creado con lo mejor de ésta tierra,
mezcla de humedad y fuego,
de tierra y sal,
de agua y desierto
de bellas aves y salvajes felinos
y en esta ciudad tu olor animal persigo cada noche,
guerrera sin reposo ni tregua te busca
en esta ciudad que me incita a la batalla definitiva,
la de amarnos a destiempo.


XIV


Ven amor, ahoguémonos entre las aguas
del río de esta ciudad con rostro de postal,
aquí esconden el brillo de la palabra tras un libro,
no hay cometas de sonrisas en los rostros
con el canto de la niebla matutina traficaron
el saludo se tragaron del brillo de los ojos.

Ven amor, perdámonos entre sus galerías
rehagamos la poesía entre los lienzos,
yo dormiré con Van Gogh en el antiguo tren
amaré sus campos de trigo siempre despeinados
aquel amanecer detrás del color intenso de su iglesia
y el cuchillo con el que mutiló su cuerpo esconderé .

Vamos amor, la Torre de acero decoremos con poemas
te regalaré las luces que ciñen su cintura cada noche
los tres mil escalones para llegar a la cumbre
y la vista del Río donde en su lecho duermen
tantos cadáveres de juglares y desesperados amantes.

Caminemos por esta ciudad boutique amor
por la isleta donde cada piedra y cada muro,
guarda en su alma una historia distinta,
donde cada café alojó en su vientre a un poeta
y el canto de los pájaros de trapo.

Ven amor, tomemos un buen vino
ésta vez yo lo escojo,
las pulsaciones de tu vientre mediré
la lluvia de tu anhelante cuerpo beberé
y nuestra simiente dejaremos en esta ciudad Luz.


XV


Desapareció tu sonrisa de verde campo
al arribar a mi ciudad de tráfico y espectaculares
en rojo semáforo tus ojos de niño se tornaron

temblabas como ciudadano ante agentes federales
te amedrentó de payasito de crucero mi hambre
o mi paso a desnivel rodeado de vagabundos
más la historia de amor ya estaba escrita
era ese trozo de pan que anhela el lavacoches
esa paz necesaria para una casa junto al metro.

Te mostré la guía roji y te conduje por mis anchas avenidas
tus besos de fluido viaducto sedujeron mi eje central
y nos dejamos conducir por el doble piso del periférico
hasta llegar a la diagonal donde se unen los caminos.

Tras mi vehículo sin permiso como patrullero te lanzaste,
no me leíste el reglamento de transito. Y me dejé multar,
subimos al transporte público tomados de la mano
entonando sentidas canciones de chicos de microbús.

se tatuó en nuestros cuerpos el smog y citadino el ulular
en un abrazo de hora pico quedamos atrapados
y la lluvia de nuestras ganas pintó de azul la gris ciudad.


XVI


En la antigua ciudad de los Papas
está la miel que hoy nos endulza.

Lindo es volver a seducirte sin tregua a cantar a la joven primavera
a encontrar el brillo renovado de tus ojos,
a sentirte como un salvaje tigreperdido en mi ávida caracola.

Y esta ciudad medieval no olvida
los rayos desprendidos del infinito
como yo no olvido que fuiste alpiste
para esta moribunda ave
en la llamada muda de tus manos tendidas.

No creas que eres un amor a la sombra
siempre fuiste luminoso rayo,
un amor en conciencia,
razón,
y orgullo....
y a ello añadámosle pimienta,
cebollas,
lechugas frescas,
pastas de Milán,
Crepas de Bretagne,
olivas de Albi,
girasoles de San Terenziano
pero también las dormidas flores en el féretro de van Gohg,
los cuadros de los castillos de Loir
en cada rincón donde sembramos nuestros besos.

Mas transparencia que la vivida y por vivir
no existe en las entrañas de las nubes,
El corazón tan sereno y firme,
es como echarse a la mar sin preocupación a hundirse
y flotar de un continente a otro,
ir cada noche a dormir en una estrella diferente,
mismo un estornudo tuyo a suspiro me sabe a mi.

¿Porqué dices que te escondo?
Si la espuma del mar no puede ocultarse.


XVII

En esta ciudad donde muchos entienden de pintura,
donde se elaboran grandes guiones de novela,
se degustan excelentes vinos,
y se escucha el acento de lenguas extranjeras
ardería toda la poesía del mundo
para elaborar con las cenizas el mas cálido de los nidos.

A veces el amor calla como oxidada llave
de apolillado candado en ésta ciudad,
se dona en pequeños sorbos cotidianos
o se esconde tras la espalda de los leones que la cuidan
y no se sabe si es dúctil caricia de mañana
o agria puñalada en el silencio de la sombra.

En ésta ciudad dónde almas de judíos
reposan en un desordenado mausoleo,
sembraría magnolias en esa morena tierra,
a ciegas cruzaría el gris Danubio,
cubriría de palomas la azotea de mi casa,
y de arboladas constelaciones vestiría mi ventana
para refrendarte el amor que por ti siento.



XVIII


Ven a esta ciudad donde los músicos encuentran refugio
ofreciendo su música de montañas y viento,
donde los amantes siembran besos para los días lejanos,
los magos sacan ilusiones de una caja de zapatos,
los artistas tejen sueños de añil y ladrillo,
mientras cuelgo transparentes guirnaldas en mis labios,
para llenar de absurdos los domingos,
buscar el mejor paisaje y extender mis doradas alas
para cobijar este amor o permitirte volar si es preciso
en ésta ciudad donde he arrancado los destellos de la duda
y he aprendido a amarte con todo y compromisos.








XIX

Tus caricias floresta de luna en otoño
desgajan el trigo de mis doradas ramas,
me baño desnuda en tu voz ululante,
en el incienso de tu huella de fuego
y no comprendo el porqué de tus silencios
en ésta ciudad dónde las olas se comen la arena.

Tus lágrimas nube de aves descalzas
bandada que como verano se desborda
sembrando acantilados en mis jardines.
Me amas con impía pureza de héroe.

Tu silencio conversa con árboles de tu especie
se confunde con los arrumaco de la brisa,
yo me fragmento, me alargo, me enredo
y no consigo llegar a la altura de tus labios.

Todo se vuelve tan negro,
tan vago,
tan sin sentido,
profunda cicatriz en noches de duelo
sin tu voz,
y así,
así, en verdad
es difícil llevarte en el libro de mis afectos.



XX


Nunca lo supe pero ahora dicen que nací en un patio traseromás viejo, mas antiguo que los árboles mas altos del nortecon más historia que la siniestra casa blanca de enfrente.Aquí la hierba se cultiva con indigno y contento desordenpara que allá la consuman y disimulen sus conciencias mientras sus hijos empuñan armas en los colegiosy sus padres empuñan armas en los mercados,mientras las madres pintan de sal las bolsas negras y el amo de casa practica golf cada mañana.Vivimos en el patio trasero más grande del mundopero no conocemos el miedo del ántrax ni el detector de metales para niños, ni el miedo silenciado con drogas militaresni arco iris de alarmas sonando en la nocheni los aviones, mortíferas aves, son escoltadas por Rambos.En nuestro patio trasero crece el maíz sin pesticidaslos huevos son de gallo y de gallina,las vacas engordan con forraje y no con las hormonas.Poseemos flores, remedios, recursos naturalesy un sin fin de tradicionales comidas: mole, arepas, asados, moros con cristianos, cara pulcra,postres de frutas frescas y frutas cubiertas de azúcar,dulces de coco, de leche, membrillo, guayaba…Y uno que otro Mac donals.Hay rosas, claveles, azucenas, gladiolas,hortensias, margaritas y para los novios: azares;Y en años pasados la bella amapola que ahora es prohibidaporque el amo del norte la usa para hacer drogas finas.Tenemos ríos, lagos, mares de verdes y azules tonalidades, playas de arena dorada, blanca y morena.Volcanes, bahías, ensenadas, cascadas, desiertos,ojos de agua, cenotes, selvas y bosques.Ciudades prehispánicas, coloniales, modernas, modestos pueblos y grandes zonas industriales.Oro, plata, petróleo, hierro, cobre, uranio, la mano creadora del artesano y brillantes cerebros.Aquí no se fabrican poblados enteros con jardines artificialeshabitados por rostros de plástico con dinero de plásticoque piden para llevar su comida de plástico en dogui bags.Pobres vecinos del norte que dependen para vivir de los recursos de este hermoso, vasto y altivo patio trasero.




XXI


Por esta ciudad de sangre coagulada camino
trozo de tierra perdida en el temblor de los ojos
de tanto andar se agrietan mis talones
están rotos como el aliento de tantos hombres.

Bocas con cierres de doble refuerzo
ante los agujereados trajes que llevan puestos.
Todo se mece en la ribera de mi entendimiento
y no comprendo porqué la aceptación de tanto absurdo.
Amor mío,
amor mío ¿dónde están tus brazos?
¿dónde tus besos para continuar en este barco que se asfixia?
¿La aceptación del precario pan de cada día?

Esta ciudad de bronceadas piernas a la espera de un cliente,
de faroles con tarifas que naufragan
oxidadas tuberías, camino.

¿Cuándo el furor de la lucha se diluyó en el mar?
¿Por qué ahora el tiempo es un reloj averiado?
Cuánta desolación bajo este opresivo techo
labrado en la confianza de un mejor futuro
hilando brocados de tácitas consignas
como tu promesa de volver al nido.

Los muros grises, grises los rostros,
gris el futuro ante la carencia de libertad.
Como vuelo de pájaro se desvanecen las utopías.
Así, como deserta tu amor ante esta insatisfecha sed
huyendo entre los tiburones citadinos
y los aullidos de mi alma.

Por estas calles habitadas de frustración camino,
el desánimo del viento agobia mis pasos,
voy contando los botes de basura rodeada de basura
las costillas de los niños jugando entre ruinas.
Los hombres pretenden reanimar su fe muerta,
tan muerta como la libre expresión,
tan muerta como mi muerto anhelo
que también en la basura busca tus promesas de amor.
XXII


Cuántos inmigrantes buscan su pasado en el espejo del mar
la mano del artesano en la espuma globalizada
y sólo encuentran esta ciudad de tacones altos
brazos tatuados con dragones chinos
peinados multicolores
manecillas de relojes trabajando presurosas
al ritmo de esta ciudad que vive para el consumo.

Esta ciudad tan primer mundo,
remolino de sonrisas tan duty free
con mujeres de senos tan barby
hombres pókar con maletín de cocodrilo
y el corazón en los bolsillos latiendo.

Mientras sus hijos hacen fila en los Mac Donalds,
hacen fila para enlistarse en la marina,
piden al cielo respuestas a tanta guerra inventada
rezan para mantenerse vivos entre las balas de lo absurdo
pero regresan clasificados en bolsas negras
a escuchar las notas de un desconocido himno.

Esta ciudad de picos en el cielo
ha tenido que aprender a vivir en roja alarma.


XXIII


Una ciudad pequeña con olor de agua dulce,
la estatua de un héroe cabalgando el silencio de un mendigo;
las calles se pueblan de ambulantes de anhelos
añoran abundancia con gritos de gaviota;
los autos ya no emiten grises impuros,
no hay más gasolina para arrancar motores,
ni los jóvenes reclaman garantías con grafitis,
todos han emigrado en busca de nuevos aposentos.

Esta ciudad de viejas doncellas ha perdido la esperanza
el sueño imprescindible que los urgía a elevarse.
Una brizna de sol en sus ojos hoy duerme
Y esta noche rompe el silencio para abrazar una quimera.


XXIV

Se me escapa tu recuerdo.
Amor
se me escapa como sonrisa ante los altos precios
como el negro humo de fábricas viejas
y el calor de una choza en invierno.

De tus besos se me escapa el recuerdo
se me escapa como evidencia de fraude electoral
como terroristas de la CIA al gendarme del mundo
y los sueños de libertad al preso político.

Desaparecerás de mi vida de un momento a otro
como el mínimo salario de un obrero
como el calor de hogar al inmigrante
como la vida a los niños de Bagdad.

Estoy a punto de olvidarte. .
Amor
A punto de olvidarte
como la justicia se ha olvidado en mi país.



XXV


A levantar mi voz de hembra vengo a esta ciudad
a reclamar luz a este gobierno dirigido por escorias
donde las madres sobre la tierra se arrodillan
donde yacen tantas hijas insepultas.

Hoy me encuentro en esta ciudad de violentados vientres
de quebradas cinturas bajo el peso del macho
los tallos de flores recién abiertas rotos,
la sombra del silencio crece en las calles
ante las plegarias la tierra estremecida aúlla
del destruido futuro de tantas mujeres
de anónimos rostros.

En la noche las ánimas crepitan de horror
en ésta ciudad de cenizas esparcidas
y los retratos familiares desfilan con pancartas
¡No mi hija, ni una muerta más!



XXVI


Aquí la tienes otra vez
en esta ciudad de católicos fervientes
suplicante y con el alma andrajosa.

Tocando con el corazón el abismo de tu puerta,
entretejida a las venas de un crucifijo está.

Sí, aquí la tienes en primera fila
arrodillada ante ti porque la muerte le llegue.

¿Acaso no escuchas el sangrante aullido
que de su corazón brota?

Se ha convertido en alarido de sombra
rondando escalera abajo por la vida.
Un agujero más de la tierra.

Le arrancaste la mitad de si misma.

Y no me digas que desde el cielo por ella reza
y a distancia un par de alas cuidan su camino.

¿Qué racimo de palabras acallarán tanto dolor?
¿Qué consuelo puedes darle para continuar viva?

(En un frío cajón descansan los mutilados restos de un hijo
y el corazón sobrecogido de una madre).

En esta ciudad de drogas y secuestros,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.


XXVII


En ésta ciudad donde los aullidos de muerte encienden la oscura esfera de la noche,escucho el tic tac de tu corazón que se duele
por los cuerpos mutilados de tantos niños
niños que podrían ser nuestros hijos
padres que podrían ser nuestros padres
en una guerra desposeída de verdad.

Y yo que muero de amor,
de incertidumbre muero,
muero sin tener noticias tuyas
y busco tu nombre en el periódico
algún rastro de tu rostro
alguna advertencia de que sigues vivo
que has podido escapar de la odiosa ambición
de un país por quedarse con los gasoductos.

En ésta ciudad de melodiosos rezos
uno mis plegarias por la vida.
No permitas Señor
que extingan esta parte del planeta,no lo permitas.
No te apiades de aquel que con su odio nos extermina,destrúyelo, piérdelo en su propia penumbrahecho de sangre maldita e insanas tinieblas.No lo perdones,
dale un ejemplar castigo,
déjalo vivir como un ángel leproso
que sólo así tendrá ocasión de pudrirse
y descomponerse en el infierno.

XXVIII



En ésta ciudad,
la esperanza matiza exiliadas caligrafías
en una línea de agua,
párrafo tras párrafo
letras finas.

Una avalancha fugaz de respuestas venía al encuentro de todas las preguntas.

Cada renglón de siluetas dibujadasal llegar a puerto gritaba su moribundo mensaje, pero al silencio volvía.

Desde un eclipse de sol, de sombra a sombra,
de luz a luz rodaban por la tierrapalabras desconocidas:

Paz,
Libertad,
Justicia.


XXIX


¿A qué cielo iremos a parar
cuando harta de tanta sangre
bulímica la Tierra nos escupa?

¿A qué infierno llegaremos
cuando esta sociedad nos estrangule
y sólo queden ratas
sobre la tierra extenuada de egoísmo?

¿Bajo que noche podremos escondernos
donde las estrellas no estén sucias
por tanta sangre derramada?

Bajo una sintética luna rodeada de negro,
ahí
tal vez
volvamos encontrarnos.
XXX

Donde germina la luz por los vitrales,
donde el grito de los desposeídos
en los pasillos es luciérnaga moribunda
aquí, en esta ciudad de gargantas agotadas
de recias ataduras religiosas
es donde mis manos por tu espalda centellean.

Esta ciudad donde el viento jamás descansa
y la pesadumbre del cielo nos acongoja
con tanta lluvia de ahogados reclamos
calles y calles cubiertas por negros velos
mujeres fantasmas al filo de la vida,
aquí donde vine a pervertir tu virgen llanto
hurtando suspiros a tu cuerpo
doy un puñetazo a tus creencias
que se rompen ante la imagen satisfecha de tu espejo.


XXXI

Me encuentro aquí, en esta ciudad de húmedos insomnios
donde decrépitos viejos sin futuro somos
hilando interminables recuerdos
entre albos muros y sonar de ruedas.
Espectadores del declive de la vida
esperando el domingo de visita,
somos.

Me duele esta ciudad sin clorofila,
de cuartos con olor a desinfectante
y el sabor de las papillas
de aquellos campos cuando fuimos niños
el perfume regresa a la memoria .


XXXII


Esta ciudad descubierta hace cientos de años
es ahora un trozo de encanto
sus campos han perdido la serenidad de su peinado,
su ríos ahora son bigotes sucios.
De nosotros sólo queda el recuerdo del humo y lo bebido
busco música
busco melodía
la nueva realidad
en el llanto jubiloso de los restos de esta ciudad.

Hace años eran de aquí
con exceso de educación y olor a gardenias
que partían las cadencias del tiempo
hoy, todo es un gran burdel de sucia política.

Este año fatigado viene el viento.
Este año mi cuerpo lleno de torturas está.
Este año vago como en el Gran Canal de Xochimilco
y creí tener buenas cobijas
pero no es más que un demonio de agua sucia.


XXXIII


Tantos aviones por estos cielos pasan
tantos aviones para un aeropuerto solo;
mi cama se estremece con el aire de sus alas,
pasan tan cerca, tan sonoros, tan bailando,
como tus caricias sobre mi piel hirviendo
tantos aviones no caben en el mismo aeropuerto.

Cada ferviente católico escoge sus santos
cada hombre
la mujer que ha de levantarlo
cada mujer
al hombre que amará por siempre.
cada pueblo sometido
sus héroes a salvarlo,
¿quién será el que redimir pueda esta ciudad
que respira con pulmones saturados de plomo,
donde no existe nadie que sepa gobernar?.


XXXIV

En ésta ciudad de mullidas copas de árboles
donde el agua cae en el lugar de la huída,
fuimos eco de ángeles fugases
alas retozando en brisas de anhelos
sol atacando con premura los fríos efluvios
dulces labios de estrellas unidas de ausencia
y luego un nauseabundo despertar sobre espinas.

Si, en ésta ciudad perdí tu anillo que sujetaba mi obediencia
lo extravié en la pueril sombra del infinito de reclamos,
la ropa interior de la cordura quedó hecha jirones
y cabalgué desnuda sobre manantiales de nieve
jinete invisible de un incipiente verano seco.

El ultimo gemido de ésta ciudad perfuma mi plumaje,
llevo un collar de lágrimas prendido al recuerdo,
y las palabras soeces depositadas sobre un mes de julio.

Te encolerizan los grises crepusculares de mis dudas,
no puedes evitar maldecirme en la penumbra del lecho
y brilla el odio enjugando todas tus promesas.

En el limbo del lenguaje tus juramentos brillan
praxis del movimiento oscilatorio donde todo termina
reloj, vida, brújula,
oasis inundado de agua turbia.

En tu norte hay grandes vacíos de viento
los astros son ansiada mortaja para el invierno del alma
sus orbitas de velamen oloroso ya no inmutan mis sábanas
hundes barcos en el reino invisible de la no creencia
mientras tu cuerpo sigue siendo pájaro que arde
volando en rededor de cualquier nube que pasa.

Cabalgas el fuego amándome con lujuria
arremetiendo sin respetar mi esquivo cuerpo
aún sabiendo que mi amor es una briosa ave,
que ha prendido a volar sin dueño.





XXV


En esta ciudad de revistas, etiquetas y modas,
echémos a la basura los corsés que ocultan el vientre,
Brasieres de varilla y doble relleno
para levantar las uvas ya caídas.
Las pantys reforzadas que disimulan la piel de naranja,
Pantaletas violadoras de hilo dental.
Las incómodas y desechables pijamas sexis.

Destruyamos todo aquello que oculte, deforme o engañe.
No tratemos más de ser muñequitas de vitrina fina
Al diablo con las estilizadas piernas de Julia Roberts
con el busto de montañas de cera de Pamela,
o las pestañas postizas de actrices de telenovela,
las cremas ant-iarrugas,
anti-envejecimiento
anti-vida.

Al carajo con todo tipo de joyas que nos aten
sobre todo anillos de compromiso,
relicarios con fotos añejas,
medallones con iniciales de nombres propios.

Muera todo aquello que signifique propiedad de otro,
la inseguridad de estar solas,
el miedo a ser nosotras mismas.


XXXVI


En esta ciudad cada minuto mure una canción de cuna
de una hija que no nacerá
por el pecado de ser hembra.
La extraerán mil cuchillos del útero de su madre
y por estirpe podría ser emperador si hombre fuera
pero es luna, es mar, es loba, es mujer.

Mi congoja se suma a al llanto de la noche,
Y quisiera morir de vergüenza por aquél que nos humilla,
de arder en la hoguera de la fiebre mortal de los magnicidios,
dolerme en las hojas pisoteadas por los varones reyes,
de gemir en las ramas que braman con el viento.

En esta ciudad sobre poblada todas tenemos culpa
de ser partícula ínfima de otra hembra,
porque no habrá bienvenida
sólo una imaginaria tumba.

Éstas leyes absurdas no matan con el mismo cuchillo
a ellas y a ellos,
porque ellas morirán antes de haber nacido
por ser hembras.



XXXVII

En esta ciudad donde se ha perdido la inocencia
guardo bajo la alfombra un magnífico vestido blanco,
el collar de perlas negras de mi madre,
y el anillo de diamantes de la abuela...

Soy mujer de cien dólares la hora.

Más allá de la piel y sus quehaceres,
del movimiento de marea baja en la playa,
de la punzante risa que calcula los placeres,
Soy noche sin pijama peinando el tiempo,
gravedad de ópalo hirsuto bajo distintos cuerpos,
Mujer que borda con hilo rojo los delirios.

En esta ciudad donde fracasa cada minuto un macho
en su obstinación por ser el mejor amante
yo,
con mis gemidos de consagrada actriz,
logro formar de un trozo de cristal un brillo de infinito.

Un distraído me ha regalado exóticas joyas como juramento
el inocente cree que mis manos podrían amasar pan para el desayuno
usar delantal, rulos y zapatos bajos,
mas ha olvidado que soy mujer de cien dólares la hora
y me he encariñado con los deleites de este oficio.

POEAMRIO CONSAGRACIÓN DE LA PIEL/LINA ZERÓN

Ed. Atenas, Barcelona, España, junio 2007


I

Sólo asido al cántico del alma
el amor permanece.
Como fuego arde en la cumbre,
mas nunca en vino añejo se convierte
porque es arpa de sombra y lumbre.


II

La vida es una veleta de colores
de previstos sucesos rutinarios,
o extraordinario caos/ fermento del origen.

Al borde del camino
acuño lúbricos insomnios en tu cuerpo
y me equivoco con frases,
cuentos que no etiqueto.

Para que comprendas mi indescifrable amor
te enviaré el diario de mis sueños,
fantasmas de ternura majestuosa,
remolinos de cariño en dóciles andamios.

Por eso desde ahora y para siempre,
voy a pintar de diferencia cada minuto,
porque la vida es tan corta
como la turbación de la luna,
y nadie nos ha dicho que para siempre sea,
ni siquiera que asegurado esté el mañana.

Y aquí,
presa de las mortales alabanzas
te ofrezco retornar siempre
al nicho de tu boca,
con lienzos pintados de bemoles,
y mojar tus dedos en añil, miel y memoria
para que de colores colmemos las montañas.

Sensaciones que ondulan
la voz que se desvanece
sin saber en qué punto del pecho
tenemos este fugaz ahora
¿porqué tanta gente está afuera
con antorchas llamando,
trompetas y panderos a la orilla de la vida?,

Quizás perdí el gusto entre tantas olas,
en la inercia del abanico de nubes que nos rodea.
en la puesta de sol que en nuestra piel atardece.

Te regalo esta sonrisa cómplice,y este beso de libertad eterna,
y este otro por esperarme y esperarme,
por confiar en la nueva luz de mis ojos,
por respetar mis silencios de ocaso,
de aurora mi eterna obnubilación,
mis secretos de fuego de gloria.

Y este otro por la alegría de encontrarte ahí,
acodado en la vida siempre sonriente.

Te amo con cada palabra que brilla en la sombra.


III

Para negarte tendría que cortarme las manos,
pudrirme dulcemente por el sexo…
Sabes cómo odio negarte.
Y odio esta sensación de estar atada a tu cuerpo.
La lluvia de mis ojos es ácida
si tú no la provocas.

Para negarte tendría que matar mis sueños,
apagar la luz casi desnuda de mis párpados
y arrancar tus arlequines miembros
dibujados con magia, con movimientos de lluvia.

Si no estás tú
grito en el teléfono,
te nombro, alaridos doy.

Odio esta orfandad que se apodera de mis sábanas.




IV

Hoy nos amamos entre ofrendas de fuego
liadas a la estirpe de nuestra piel
y todo fue tan cristal,
tan de trinos en el alma
que tengo miedo de andar por la calle
para no romper el aire.

El amor se viste de sonrisas,
de miradas azules,
de alegría cómplice.

Tras los telones,
un enamorado me envía besos
con la punta de los labios
y yo pienso en ti.
Al bañarme en el mar,
mi cabello se colma de caracolas
y las olas me regalan los buenos días
y yo pienso en ti.

Tengo los ojos caleidoscópicos,
hoy soy tan insecto,
tan polen en las patas de una mariposa,
tantos tonos distintos en cada beso.

Hoy he pintado los suspiros de colores
y el espíritu crece hasta alcanzar las nubes,
y el gozo recoge miradas y belfos.

Deambulan en el muelle himnos de pies desnudos,
salmos de manos sin sortijas,
blues de caliente piel.

Hoy es un día tan génesis
para acarrear todas las manzanas del deseo
y llevarlas a la parábola de tu boca.
Es un buen día para llenar la cabeza de imágenes,
de noveles sensaciones.

Es un buen día para zarpar
en todos los barcos hacia ningún puerto;
de subir a un tren
que se detenga en la estación del futuro.

Es un buen día para domar nubes
sobre la espalda de un huracán,
para aplacar la furia de los hombres en la guerra
bueno para soltar el nudo del tormento interior.

Hoy es todo lo que tengo,
un cuerpo entretejiendo el alma con el verbo,
recuerdos rojos escondidos en el tiempo,
suspiros de cristal y Tú.

Cada roce es una conmoción,
cada palabra es una caricia en los muslos,
cada suspiro una navaja de fuego,
cada beso un cometa.

Hoy es un buen día
para continuar junto a ti,
consentida,
indefensa,
enamorada…

Solo de ti.




V


Tu voz me devasta,
me inmoviliza,
me abraza.

Cebra entre las garras de un león.

Me seduce,
me hipnotiza,
pobre cobra ante la flauta,
pobres magos y sus trucos;
nada para olvidarte es eficiente.

A veces de libélulas negras
colmada me encuentro,
de escorpiones,
de murmullos de vidas pasadas,
de discordantes mañanas,
de días arriba y abajo junto al teléfono
y mi cordura camina por la cuerda floja.

Y anhelo tu voz,
suspiro de los dioses,
una lengua subiendo por mi espalda,
un hálito de eternidad.

Y esa, tu voz,
es lo único que deseo.
Nada más tuyo es mío.
Nada.
No te tengo.

Esos son los tamaños de mi amor y del tuyo
y así te amo,
dentro de esta jaula que soy yo,
y tú,
la llave que está en el fondo del lago
junto a Excalibur.




VI



Hoy te envío pájaros de la selva,
cestos de flores tropicales,
luciérnagas atadas con cordeles,
paseos por caminos de montaña.

Verdades.

Baja conmigo a los callejones oscuros
de mi ciudad de sombras.
A veces,
cuando pienso,
estoy ahí.

También te envío luces,
amplios ventanales
a la avenida de la esperanza,
velas encendidas
en las noches de vigilia y soledad,
faros que guíen nuestros barcos
hacia un destino incierto.
A veces, cuando siento estoy ahí.

Bebo tu sed,
me como tu distancia,
salto como una gimnasta entusiasta
entre los minutos que acortas
o alargas según tu voluntad.

Soy una mujer que ahora se pone seria,
o ríe,
o se esconde debajo de una piedra.
Un ser lleno de historias.
Un alma buscando;
una ciega,
una ilusa,
un guiño pícaro,
una tentación,
una renuncia.
Un juego de manos.


Entre tú y yo sólo un hilo,
deseos que se juntan por azar,
palabras que podrían copiarse de antiguos libros,
de ternuras robadas a amantes perdidos.

Deja que acaricie el recuerdo de este día
ya que no puedo acariciarte a diario.

Deja que bese tu nombre
ya que no puedo perderme
entre tus labios para siempre.

Deja que coleccione mínimas flores,
retazos de gemidos,
ovillos de lana de colores.

Déjame que te cubra con todo ello
como una lluvia de presentes.


Y besos,
besos rabiosos y alegres,
besos amorosos y fraternos,
besos en la cercana distancia
que no por eso son menos besos.
Besos.

También te envío un ramo de iguanas y tres metros de miedo.



VII

Me siento contigo espejo en equilibrio,
la que se mira y su reflejo.

Símbolo de la primera belleza
obstinándose en no desaparecer,
en permanecer en las calles,
en las terrazas de los cafés,
en callejones de apartadas ciudades,
perdurando de una punta a otra
del espacio en el que habito.

Doy vueltas y siempre estoy donde quiero estar,
algunas veces es contigo.

Voy y vengo,
disfruto de los días como si fuesen el último.

Me peleo con sonrisas
debajo del caparazón
que me protege y me defiende.
Juego mis cartas,
defiendo con fiera energía
el respeto que me otorgo
como don no negociable.

A veces viajo hasta las estrellas,
y vuelvo,
siempre vuelvo con un brillo en las alas.

Y aún en esos momentos,
tu recuerdo está amarrado a mi equipaje.

No dudes, la distancia como un fantasma
a veces me hiere,
me lacera,
me llena el pecho de cráteres.
No lo quiero contar sin metáforas,
no puedo aún.

Por eso
hoy te envío este beso profundo
para que te arrope el alma.



VIII

Promete regalarme
una tarde con vientos del Este
para probar mis alas nuevas
y la claridad del crepúsculo para pintarlas.

No es capricho,
no puedo echarme a volar sin esos regalos
sobre el cielo de acertijos que es tu amor.

Meterme en tus brazos
es asomarme al precipicio de la fusión absoluta
donde tu soledad con mi amor
se ciñe milímetro a milímetro,
cicuta sabor a fe y caricias,
daga deseada tu amor para el abismo del cuerpo.

Gimes en mi oído izquierdo,
nunca en el otro.
Gimes sobre mi piel horadada de cómplices suspiros,
gimes dentro de mi
y Afrodita convierte en vida los impulsos
de tu vientre en mi vientre
y los transforma en espumoso vino blanco
y repito tu nombre y te amo
y en cada galope repican campanas
derrotando sueños imposibles
y así quiero estar,
así,
plena,
celebrando con suspiros de Neptuno y tritones,
cascabeles y serpentinas
tendida junto a ti una tarde inmensa
y recibe éste ramo de notas musicales
con melodías desconocidas
para que conmigo sueñes
y éste jirón de nube
para cubrir tu cabeza y no sientas frío
y arrastro el vaho de la madrugada hasta tu puerta
para que no veas mis lágrimas cuando te dejo.

Acurruco caracolas marinas y silbidos de barco,
lanzo agonías de sirena y mortal arcilla
contra los incrédulos de lo nuestro.

Tú y yo, juntos,
unidos en el silencio.

Ven, ven amor mío
déjame leer en tus ojos ese amor que llevas dentro.

Ven, te regalo éste corazón lleno de espejos
donde puedes encontrarme siempre que tu lo quieras.




IX

Según los manuales del buen amante,
un gran amor, para serlo,
al comenzar a vivirlo
las vísceras debe retorcerte.

Permítame señor de grandes vuelos
que esta mañana tal cosa no intente,
este sábado tan lleno de emoción y apetito
quiero me consienta si es posible
que le envíe este cesto de brillantes arandelas,
dos fuentes con mermeladas y alfajores,
un silbido de sorpresa,
y cuatro tomos de ideas afines
para saber de buena tinta cuánto lo quiero.

No deseo que éste amor que recién inicia
levante nubes de polvo por los caminos del aire,
no quiero pugnar por llegar a alguna meta,
no quiero mas que su sonrisa cómplice y gloriosa.

Quiero que los voraces amantes
de las mil alcobas
envidien estos tic tacs
que se acumulan en mi pecho
como el trigo en los campos italianos
o todas las mudanzas de amores pasajeros.

Yo le ofrezco señor
no mil retortijones en el vientre
sino la imaginación creciendo
como carnívora planta
que devora acres de piel ansiosa,
cientos de clarines de trompeta en la mañana
y el latir de un profundo suspiro renovado
en cada breve muerte que nos sorprenda.

¿Para qué un amor de cazador de jabalíes
armado hasta los dientes?
si cada día puedo escribirle un epígrafe en la espalda
con mis tibias manos desbordadas de promesas.

Esta noche le invito señor mío
que dancemos en la fría espesura de los bosques
las alegres danzas de las ninfas distraídas.

Y que Euterpe traiga su cítara
y Prometeo prenda fuego a todos los poemas
que escribiremos usted y yo esta noche
en un cómplice cráter de la luna.




X


Un día cualquiera brotas a la soledad de la tierra
Y pierden sus manecillas los relojes,
se desparrama la arena de los mares,
rugen los leones de piedra,
y florecen los nenúfares de la mente.

Hombre imberbe,
hermoso mancebo,
tan hermoso que la piel arde,
tan seductor que se alborotan mis venas,
tan deseable que deben sujetarme mis educadores
desde el fondo de mi mente
para no saltar sobre de él
y llenarle de besos como guirnaldas,
de miles de besos de cielo,
de ojos invitándole a todos los palacios,
a todos los desiertos,
a todos los placeres
a un viaje por el país de nunca jamás.

Mas a esta Faraona el reloj le dio las doce,
debo volver a portar la túnica de la esfinge
y ahí estas tú,
alargando la mano para buscar en el oráculo del cielo
todas las respuestas atrapadas en mi cuerpo.



XI


Nada es sin ti
nada en la nada
mi nada perdida naufraga
sin ti.

La ola nada sobre nada
sin ti sola la ola nada.



XII


Su amor
Letrero de intermitentes luces
e imposibles fechas,
un futuro sin señales,
renuncias sobre la incertidumbre
que nos separa.

Escucho sus confidencias
como un magnífico regalo,
como un tesoro único,
y guardo sus sonrisas,
su risa de a veces
como un mágico instante.

Lo escucho sin saber que el tiempo pasa,
atrapo en mi pecho cada uno de sus latidos,
pero no sé de quién es el corazón desnudo
que me enfrenta.

Y lo amo.
Y cuando llora
huyen de su mirada mariposas
y sus lágrimas el corazón me apuñala.

Cae mi máscara ciega
y contra la pared estrellaría mis creencias
por ser tan primaria,
tan sorda,
tan ilusa
por ignorar al amante que late y sufre.

Me sube a la garganta una emoción extraña
y entiendo, por fin,
lo que de mí espera,
la dulce placidez de un amor del día a día,
sin constantes y magníficas declaraciones,
sin locuras,
sin sorpresas,
sin amor de argollas ni iglesias.

Desea que lo lleve de la mano por los días
y le confirme su existencia.

Pero suenan las doce
y debo volver a casa.
Apresurada me visto
Apresurado me besa;
que nadie nos vea.
Separados vamos,
nos perdemos por calles diferentes.

Y al otro día el amor rescatamos
con enormes bocanadas de fiesta.



XIII


No debo amarte en domingo sereno,
ni por el miedo de una tarde de rezos,
ni ahora que los recuerdos son retazos
de gemidos feroces
y tu imagen avive los ojos de la hoguera.

No ahora que mi piel se mece en la nostalgia de tu piel
y llora,
ni aún cuando todos mis vacíos
están habitados por tus silencios
y tus caricias dejan caliente rastro
en mi memoria.

Necesito estar fuerte
para enfrentar tu narcótico aliento
tus devastadoras manos
que destilan veneno
y distraerme de tu cuerpo seduciéndome altivo
sobre el lomo del aire.

Necesito imponer cordura a mi nervioso vientre
para no amarte como si todo el mundo fuera tu boca
y los mares y los ríos tu indomable lengua
y mi sed nunca estuviera satisfecha.

Quiero dejar de sentir hambre de ti /de mi.

Si los océanos fueran tu sexo
bebería cada gota de mar
y devoraría cada grano de arena
sobre la playa firme de tu cuerpo.

Necesito calma en la espera,
música de alas al viento
para volver arrojarme al precipicio de tus besos;

Y si de ti algo queda
después de la explosión del agua
entonces volveré amarte.





XIV


Estoy aquí,
como Penélope,
desde esta plenitud atroz
enviándote delirantes palabras,
apetitos disfrazados,
besos de papel
viajando con mi mente
por todo tú,
todo tú desnudo,
todo tú dispuesto,
toda yo escurriendo mis labios por tu cuerpo,
llenándome de ti/ de mi,
oteando mi sombra sobre tu sombra,
en la espera de la humedad nadante.

Si, aquí,
anclada en mi desnudez de flor de otoño,
soñando con el reencuentro,
el sublime deseo que nos incita,
silentes hasta que la prudencia nos libere
todos los humeantes apetitos contenidos,
todas las manos guardadas para tocarnos,
todos los espumosos besos
derramados hasta las ingles,
y después…
que el destino nos guíe como a ciegos
perdidos en infinitos cuerpo sin tiempo.




XV


Eres fiesta de palabras,
verbena de hablar hasta romper el día,
baile de voces tiernas abrazadas a la noche.

Escribo ceñida a ti.

Desde lejos te acaricio…

¡Y tiemblas!.

Tiemblo yo también
cuando tu boca choca en mis laberintos.

Y así vamos,
deseos que circulan como viajeros en tren de utopías,
saludando con la mano a los pasmados,
a los que no pueden comprender esta armonía de soles,
la inquietud del tiempo que nos alcanza
convirtiéndonos en descomunal agua de fuego.

Besos en la cima de gigantes olas.



XVI

Ya no quisiera escribirte,
tal vez dibujarte debiera,
enviarte trazos de colores,
rumores de viento,
una cantata de Bach.

Tampoco quisiera hablarte,
y entonces invento una sonrisa
para que te bambolees en ella,
entre mis labios tú,
tumbado y sereno tú,
casi dormido en mi cuerpo cuna,
mi voz sujetándote en mi cuerpo música,
la lluvia fuera en mi cuerpo tierra,
y la noche atrapando a los mendigos del amor.

Ya no quisiera escribirte, ya no,
la vida cambia de colores,
huye como ángel envuelto en el efluvio del viento,
como tu amor huye entre campanas de cristal.

Y sin embargo te escribo.

Y estoy triste como aguas en desacuerdo,
no puedo ocultar la mentira en mi sonrisa,
y mañana me iré en busca de otro lugar,
uno donde el amor brotar pueda
en el tembloroso resplandor de mi alma.

Creo que hoy debe terminar la espera,
los días pasan,
el jilguero canta,
las manzanas amarillean sobre la mesa,
el reloj no para
y quiero vivir, seguir viviendo.

Encontrar la luz bajo el puente de las sombras.

Y no te escribiré más en ésta célibe soledad,
debo aprender a dormir con el silencio,
hacer callar la piel que se rebela y llora.

Me tienes en el rincón mas alejado de tus afectos.
Reina de las profundidades de la tierra.

Cementerio donde reposan todos los besos.



XVII

Ofrezco una disculpa por los daños,
por las cicatrices de arado profundo
y las que todavía no sangran.

No pretendas que te deje en el olvido
No he roto aún con el pasado.
Tú me diste estas alas,
ahora para probarlas dame el viento,
las alturas donde subir debo
y robarme una nube,
un hilo de sol,
un ojo de cielo.

A veces tu murmullo sin querer escucho,
tus te quiero,
recuerdo tus eléctricas manos en mi cuerpo
y el íntimo deseo de estar metida
tomando whisky entre tus piernas.

Sabes que el corazón tengo
guardado en el congelador
para que sin ti no se pudra.

Y espero volver a verte
sin reclamos,
odios
ni tristeza,
con ese cariño que me conquistó
metido en la mirada.

Se que no responderás al llamado cegador
donde la piel se teje como poema.

Yo veo más allá de lo que hay ahora,
de lo que hubo antes,
nuestra vida juntos
y sonrío como arco iris inverso.

Y me asusto cada vez que te pienso
porque a ti me acerco,
nublada,
triste invierno sin sol,
sin ti.
Llueve en mi espalda,
y ahí te presiento,
descalzo y sonriente,
porque no queremos lágrimas,
bastante lloramos,
y que miren los otros,
los que corren por las calles
y las plazas
y que el viento se lleve los presagios
y a los que miran
que se lleve a las gitanas y sus augurios,
que olviden a Nostradamus.

Quizás ahora está naciendo una estrella
a millones de años luz
y tú y yo nunca lo sabremos.

Una mujer,
mil,
tres millones se retuercen las manos
esperando que su amado vuelva.

Un hombre,
tres,
todos miran hacia otro lado
porque no saben donde está el norte.

Un niño se mira a sí mismo
y encuentra otro.

¿Qué sabemos?
No quiero dejarte tristeza
sino canastos con miel de abeja
y meto las manos en pintura roja
y escribo tu nombre en las paredes.

Meto las manos en el barro
y modelo un pájaro
o un crisantemo
y te lo regalo.

Meto las manos en ese vaso de vino
y las paseo por tus labios y mis labios.

Meto las manos en el mar
y caigo detrás
y las olas me llevan:
Una sirena me salva,
me canta
y tiene mi propio rostro preocupado
y una carcajada se rompe en burbujas
y, me lo dijiste,
“no soy de los que perdonan”.

¿Y tú que sabes? ,

Amor mío…
esperaré con impaciencia de catecúmeno
algún día una rueda de abrazos,
aunque sea en mis sueños.

Aprende a perdonar,
que el amor se asolea en todos los balcones
pero pocos tienen la fortuna de entretejer
el cielo con sus alas.



XVIII


Hoy te escribo un poema con acento desconocido,
debo inventar un nuevo juego,
un guiño,
una filigrana,
un ardid que abra las cerraduras
de mi domingo gris,
de mi deseo de escribirte sobre alientos de arcilla
para que algo sea diferente,
mientras los elfos danzan inquietos por mis sueños
y yo ahí, tan lejos, tan sin ti.

Bebo del zumo de la ausencia
mientras la tarde se ha subido a un tren
que llena de humo los túneles de mi recuerdo.

Necesito enterrar el cadáver de esta batalla inútil
de amarte a destiempo
y pintar tu imagen en marejadas de olvido.




XIX



Cómo amarte con coherencia
si no ha pasado el tiempo de los cilicios,
si cada día se rebela al origen
para comerse cada rincón de la medianoche.

Amor mío,
quisiera ser bálsamo sobre tu piel,
ungir tu cuerpo con aromáticos líquidos
que disuelvan esa tristeza que te viste
como dulce invitada al ceremonial de las lágrimas.

Que se levanten los santos con sus plegarias,
los rezos a dos manos impregnados de anhelos
para que ni una pizca de nube,
ni una sola,
caigan sobre tu rostro,
porque entonces,
se alborotarían los ejércitos de la tormenta.

No amarte me pesaría como un ancla en el fondo del océano.



XX


Tal vez hoy
me atreveré a decirte que el agua del río amazonasson
lágrimas con que despido tu sombra,
que las unté por todo mi cuerpo
con éstas manos olor a ti.
Puede que hoy te diga que mis dedos
huyeron como enjambre de abejas asustadas
de entre hojas multicolores y telas de araña
al rozar tu encendido hierro con mi ombligo
en la quieta luz de una gota de bruma.

Quizá hoy te enteres que el brillo de tus ojos
lo robé de noche a los caimanes,
que lo traigo metido en la maraña de mi pelo
y lo entretejo con el arco iris de mis alas.Si, tal vez hoy
mientras con el televisor te entretienes
y yo escondo mis ganas en las huellas de la arena
me atreva a escribirte todo lo que guardan mis pestañas
como pensarte desnudo y tibio
boca abajo asfixiando mis gemidos,
tu extasiado rostro de niño urgido entre mis senos,
deletrear tu aroma fervoroso de lujuria,
y abrazarte como bramido de avión en turbulencia vespertina.
Hoy que me encuentro tan lejos
de la inocencia de tus pecados
aquellos que desaté con alevosía enroscada en el ímpetu,
si, tal vez hoy me permita decirte de la urgencia de tus besos
resbalando como aceite de almendras por mi espalda,
las ganas que tengo de echar andar tu recuerdo
- en mi delgada boca el naufragio de tu cuerpo de aurora -
como resplandor de oráculo en la mitad del mundo.

Tal vez hoy, sólo tal vez si tú lo deseas pueda decirte
que diluyo el amanecer con sonoras carcajadas de tristeza,
que la ausencia de tus diestras caricias
siembran pétalos de sangre en mis insomnios
y dejo que me devoren los pantanos del Amazonas
antes que despertar en estas kilométricas horas sin tus besos.

Si, tal vez hoy,
después de la lluvia,
tus gotas tengan ya un destino seguro en mi alta hierba,
en el furor de los árboles que esconden tu recuerdo
y mientras disperso el brillo de tu amor entre sus hojas.



XXI


Desgarro mi sombra para no llorar,
para no salir desnuda a las calles
a pintar de negro el arco iris,
o anudar las nubes en el muelle del olvido.

He atado los sentimientos con cuerda de violines,
y sustraído el reflejo que guarda la arena
para mirar las estrellas del engaño.

Los buitres del odio graznan
entre la niebla y la montaña. Reclamo al amanecer este dolor,
extraigo la piedra de la locura.

Desfallecer gota a gota, día a día presa de la angustia,
absorta en descifrar las letras del alma.

En la calle deambulan corazones enlutados.

Miro la luz ardiendo en la ventana del alma,
miro a través de la negación,
y ya no creo en él,
ya no.
Estar triste,
estar triste,
es decir, Estar.

Romper el silencio,
ser el silencio.
Esta soy yo.

Romper el espejo y mirar a otras.

Cumplir el ciclo,
luego morirse.Sólo queda el recuerdo
y la tarde cae como pacífica bestia,
bamboleándose por el camino a ninguna parte.
Anochece sin ély he perdido la mirada,
he perdido la palabra.No sé volver.

Pienso en las noches de amor
espacio dónde cabía el mundo.

Espejismo
de lo que no era,
lo que no se entiende,
doloroso reflejo de la nada
que sujeta el alma y la domina,
que ensombrece la vida y la disturba,
que trastoca y la vuelve al revés.

Hoy estoy tan epidermis,
estremecida lágrima formada de nostalgia,
voluntad clavada a un nombre,
el suyo,
el suyo,
soñándolo en mil noches,
obsesiva.

Me sangro la lengua para no hablarle
le niego mi historia de papeles amarillos,
le oculto el tiempo que corroe las heridas,
aquellas que nos dejan más cerca del infierno
más lejos de aquel instante dónde cabía todo el amor.

¿¡Porqué no nos abrazamos una tarde de lluvia,
porqué no buscamos la oscuridad para besarnos!?,

No comprendimos que esto no era un juego
y que la vida estaba escrita desde antes,
desde siempre.

Audaz arquitectura
decir de versos en papel de estraza,
miradas,
silencios en la mitad de un puente sin orillas.


Etérea cúpula del aire,
techumbre de cielo,
rumor de otras noches
cuando la lengua buscaba
el temblor entre las piernas,

Ya no quiero recordar.
no quiero sentir más la serpiente del odio
enroscada en la garganta.


XXII


Estoy agotada de vivir al borde de los suspiros,
se extinguió el cielo blanco de nubes
que protegía nuestros besos,
no somos mas dos anónimos amantes
viviendo un invisible romance.

Un trueno inmenso de quimeras
a despedirnos nos urge.

tus labios se han cerrado como bares en madrugada,
tu risa ya no cae como hielos sobre vasos plenos
y las promesas de amor
no son mas que un par de copas sucias
y es entonces que el dolor enardece mi alma.

Me veo recargada sobre el horizonte
como un ave Fénix
y recuerdo tus manos en las tinieblas de mi piel
y sufro,
e invento pecados,
torturas de amor con máscaras y látigos
y vuelvo a ser aquella generosa tierra
-donde tocas florezco-
Me odio por amarte
por añorar tus húmedos labios,
acudo al recuerdo de tu sexo,
y caigo muerta sobre la cama
por las escaleras muerta ruedo,
vago por los senderos muerta
al mar muerto llego
y muerta me quedo en el fondo del océano.

¿Para qué amarte tanto?
muchos años perfumé tu cuerpo,
mil espinas feroces quité de tu alma,
desterré febriles lluvias de tus ojos,
y mis caricias se extendieron
como trigo sobre tu piel de aurora
.
Cuánta, cuánta lluvia ha caído desde aquella vez
que caminamos al muelle del olvido.

Hoy una brizna de niebla duerme en tus ojos
destruyendo la noche en la eternidad de mis sueños.



XXIII


No es fácil morir de amor,
hace falta una sobredosis de pesadumbre
para cerrar los ojos por siempre.

El dolor del abandono aún cuelga de mi cabello
como deseo de agua por la ventana.

Tu perfidia cambió mi hastiante rutina
de ausencias y retornos,
dejé de ser sonámbula en busca del cáliz de las sombras,
ya no me acurruco en cualquier regazo
ni vuelvo agradecida a la fuente
que me dio de beber para luego secarse,
ahora como manzanas con el diablo,
me desnudo ante el espejo
y ya no me confundo con tu imagen.

He aprendido que una tarde de lágrimas
es tan necesaria como pasar una noche sola
de recuerdos en los labios.

El aire nocturno
ya no es un vaho que se cuela por la piel
y se confunde con la muerte,
el corazón ha dejado de dar tumbos
buscando un pecho que lo serene,
y mi vientre ya no se crispa por el ímpetu de pensar
en la perfecta embestida de de tus besos.

No, no es fácil morir,
se necesita más que tres copas de indiferencia
y cinco nubes de angustia,
ya no muero porque tus pasos se alejen
como cenizas al aire
o tu voz se haya perdido
como eslabón de ADN
o tus manos se enrosquen en cualquier corteza.

Si, se necesita mucho más para morirte.



XXIV


Estoy mejor sin ti
ahora que el silencio condenó tu boca blasfema,
que mi sosiego se ciñe a tu ausencia,
y confino tu recuerdo a la sombra del espejo.

Estoy mejor sin ti,
sin la sobrecama nocturna de caricias
forjada con olor de ignotas pieles
y los besos de buenas noches
extraviados antes de llegar a casa.

Sin ti me va muy bien,
Mayo trajo consigo nuevas flores
que he zurcido a la funda de mi almohada
para que ni en sueños se cuele tu memoria.
No soy mas la pasajera de tu tren del miedo
no me asusta mas tu indiferencia
propia de los muertos
ni mi amor diluido en la infinita
inexistencia de tu alma.
Si, estoy mejor sin ti,
dejé de ser tierra que anhela tu lluvia
árbol en espera que el ave anide en sus ramas
me volví interminable sendero
¿y tú?
insalvable distancia.



XXV



Este dolor que revienta como absceso de pus en mi pecho
marea viscosa se expande por todo el cuerpo.

No existe termómetro para el amor sin medida,
ni hay manual para sobrevivir las rupturas,
nadie escribió un castigo a la traición amorosa
o sobre el pánico de una pasión
rodando cuesta abajo como dulce veneno,
porque nadie puede sustraerse al amor de un cuerpo
sudando en la cama.

Tu eras ese amor que temblaba en mis brazos
yo soy ese corazón burlado en tus manos.

Nunca esperé el cuchillo en la espalda
ni los envenenados dardos en el vientre.

Maldita guerra de lágrimas que se debate en mis ojos
malditas tus embusteras caricias,
maldita yo por esperar tus besos.

No tiraré tus fotos, ni tus libros,
no cortaré el cable del teléfono
ni rebanaré en mil pedazos mis venas.

No lloraré más fuego ni vomitaré más sangre.

Soportaré cada recuerdo estrangulándome el alma
guardando el revolver que en mis manos se agita.

Voy a escupir tu engaño como puta de barrio
al concluir este poema.



XXVI


Esta soledad que me devora
hoy se encuentra confundida,
no sabe si esperar la huella de tus pasos
o cubrirme con la sábana de la noche,
se ha encorvado,
camina temerosa,
descansa en el rabillo de los ojos
o se derrama a borbotones por el cuerpo.

A veces descansa en otro lecho
pero siempre regresa derrotada.

Mi soledad sólo desea perseguir tu sombra.



XXVII


¡Que importa que todo se agote
mientras la tierra sea fértil!

Para ti destruir siempre fue un juego
y el amor es lo que menos te incumbe.

Por eso desarraigo de la piel tu aroma;
hoy que todavía existe suficiente noche.

Como tardío recuerdo
desapareciste por las calles.

No palpitas como nube.
Pantano eres,
pútrida cosecha.



XXVIII

Estoy harta de no tener las respuestas a la mano,
no saber si el ave se posará en la misma rama
o cuánto tiempo el árbol pueda sostener el nido
o si debo seguir esperando que llames a mi puerta.

No puedo seguir acumulando tantos sueños
ni esperar a que se pose el ave en la rama
o pensar si es corpulento el árbol para el nido
o si te has olvidado del nido y la rama.

Es tiempo que mi lecho aprenda
que sólo será desdoblado de mi lado,
que el baño reconozca que hay una sola toalla,
que la cocina entienda que no habrá
más charlas con café y cigarrillos,
y mi cuerpo
que se acabó la hora justa para amarnos.

Necesario es que mi jardín acepte
y que el ave ha emigrado de la rama.


XXIX

Hace mucho fui gitana azul,
tiré mis cartas con la mano izquierda
mientras la otra tocaba con desprecio tu recuerdo.
Cadenciosos futuros reverberaron en mis labios
y el sol de marzo calentó mis andariegas manos
que me condujeron al viejo edificio de tu cuerpo.

Ayer, fui una iglesia colmada de oraciones,
un ángel cercando el cuadro de mi santo preferido,
-“San Judas Tadeo en ti confío mis secretos”-
mi moral sujeta con alambres ortopédicos
por que éste amor que por él siento
es un disfraz de noche de espantos mal cosido.

Hoy soy un ave carroñera despavorida tras sus restos
que lo busca fuera y dentro de sus delirios
entre las letras del teclado
donde a veces es luminoso texto
otras oscuridad de invierno
pero nunca el mismo.

Mañana seré cirquera,
prestidigitadora,
una ronda de poemas tirados por un tallador de casino
entre los versos de su último libro.

En el futuro ni 2 minutos por teléfono.



XXX


Que nadie te esculpa en sus entrañas
que nadie te anide entre sus muslos
que nadie se colme con tus aguas
ni se atragante con tu río
que nadie compre tu verbo
que nadie vuelva a verte
o a mirarse en tus pupilas.

Rómpete de una vez por todas
que no quede ni un trozo de tu dura porcelana
hazte cenizas tú,
cristal impuro.

Desaparece,
desintégrate como estatua de sal
ahógate en el fango de tu conciencia.

Petrifícate en el centro de un peñasco.
No vuelvas a reconstruirte.

Que se aleje el recuerdo
de tus punzantes labios en mis labios
de tu sombra copulando con mi sombra
antes que yo en mil pedazos me convierta
o como hielo derretido me funda
otra vez, entre tus brazos.

Mure, muere lentamente frente a mi.